Soy la amante
que estrenas,
la nueva, la eterna,
la de muslos trigueños,
columnas seguras
que se abren perfectamente
para dar paso a tu mar
ancho y espeso.
Soy la de paralelas montañas,
erectas, duras,
por donde han caminado
pájaros heridos de amor.
Soy la amante nocturna,
la de noctámbulos besos,
( mis ojos, túneles profundos
donde se pierde la soledad).
Soy la de siempre, la eterna,
la que te arranca el hastío
de cada costado,
la que se tiende plácidamente,
la que se para.
La que te sorprende,
la que se quita las vestiduras
y se lava en tu río claro.
Soy la que te crucifica
con mis ojos, con mi lengua,
la que se pierde
en tu mirada lela,
la que infatigable.
Recorre tu cuerpo,
la que vibra con devoción
en tu silencioso mundo.
Soy ella, la eterna,
la antigua, la nueva,
la de siempre la que se cierra.
La que se abre la de ambivalentes tardes.
Soy la que renace,
la que se abre
la que se cierra.
Me ha gustado tu poema y el símil que he querido ver, entreverado, con una flor abriéndose y cerrándose.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy bueno el poema...La amante no es nada y lo es todo.. Pero solo la palabra entristece. Me quede por aca...Te invito a que me visites Un calido saludo.
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